Computación cuántica: explorando la próxima frontera tecnológica
En los últimos años, la computación cuántica ha emergido como una de las apuestas tecnológicas más ambiciosas para redefinir las capacidades de cálculo y resolución de problemas complejos. A diferencia de los sistemas tradicionales, que procesan información mediante bits[1], la computación cuántica se fundamenta en los principios de la mecánica cuántica. Utiliza qubits[2], capaces de representar múltiples estados simultáneos gracias a la superposición y de interactuar entre sí mediante el entrelazamiento cuántico. Estos fenómenos permiten ejecutar operaciones con una eficiencia potencialmente exponencial respecto a la computación clásica. Si bien su desarrollo industrial aún está en fase temprana, el ritmo de avance técnico, sumado al creciente interés de gobiernos, empresas e inversores, está acelerando su camino hacia aplicaciones con impacto económico tangible.

Desde el punto de vista inversor, aproximarse a la computación cuántica implica adoptar una visión estratégica y de largo plazo. Y es así porque esta tecnología se encuentra en un punto de inflexión similar al que han vivido otras innovaciones: elevada incertidumbre tecnológica, modelos de negocio aún por consolidarse y ecosistema fragmentado, pero con capacidad para provocar profundas disrupciones en varios sectores de forma simultánea. De hecho, el volumen de patentes globales en computación cuántica ya ha superado las 15.000 en 2024, un umbral comparable al que registraba la inteligencia artificial en 2013 (gráfico 2).
Las oportunidades abarcan la totalidad de la cadena de valor: desde el desarrollo de hardware -como procesadores o sistemas de refrigeración- hasta la capa de software cuántico, algoritmos específicos y el acceso remoto mediante la nube (Quantum-as-a-Service). Grandes tecnológicas como IBM, Google, Amazon o Microsoft han creado divisiones especializadas, al tiempo que emergen startups con propuestas nativas y un elevado contenido de I+D+i.

El contexto actual presenta múltiples señales que refuerzan el interés inversor. En 2024, Google presentó su procesador Willow, con el que logró resolver en menos de cinco minutos un cálculo que, según estimaciones, habría llevado más de 10 mil trillones de años a un superordenador clásico. Ese mismo año, Amazon dio a conocer Ocelot, un procesador que utiliza qubits gato[3], diseñados para mejorar la capacidad de corrección de errores. Por su parte, Microsoft anunció su arquitectura Majorana 1, construida sobre qubits topológicos[4], una aproximación orientada a aumentar la estabilidad de los sistemas. En paralelo, JPMorgan Chase y Quantinuum (escisión de Honeywell) avanzaron en técnicas que permiten la generación de números aleatorios de forma verificable, una aplicación clave para la ciberseguridad.
Además, en marzo de 2025, D-Wave afirmó haber demostrado por primera vez una ventaja cuántica práctica en un problema útil del mundo real, gracias a su nuevo ordenador cuántico Advantage2. Finalmente, IBM continúa consolidando su liderazgo con nuevos desarrollos, como el procesador Heron (2023), y una hoja de ruta centrada en alcanzar sistemas escalables y resistentes a errores operativos antes de 2030.
Más allá del componente técnico, el valor potencial de la computación cuántica se extiende a sectores estratégicos. Según estimaciones de McKinsey, su adopción generalizada en servicios financieros podría generar más de 620.000 millones de dólares anuales en valor añadido hacia 2035, gracias a mejoras en simulación de carteras, detección de fraudes y gestión de riesgos. Otras áreas con casos de uso relevantes en exploración incluyen la farmacología (descubrimiento de fármacos), la energía (optimización de redes), la logística (ruteo dinámico), así como la defensa y la ciberseguridad. En este sentido, la computación cuántica no solo amplía el abanico de soluciones disponibles, sino que permite resolver problemas hoy inabordables para los sistemas tradicionales.

El impulso institucional está jugando un papel clave en el desarrollo del ecosistema cuántico. Se han anunciado ya más de 40.000 millones de dólares en financiación pública a través de programas nacionales en Estados Unidos, la Unión Europea, China, Japón y Australia, canalizados mediante incentivos fiscales, subsidios directos y contratos públicos. Este respaldo gubernamental busca posicionar a estas economías en la carrera por el liderazgo tecnológico global.

En paralelo, el capital privado también ha intensificado su presencia. Las startups cuánticas recaudaron más de 1.500 millones de dólares solo en 2024, con rondas destacadas como los 620 millones obtenidos por PsiQuantum o los 300 millones por Quantinuum. En el ámbito corporativo, IonQ adquirió Oxford Ionics en 2025 por más de 1.000 millones de dólares, consolidando tecnologías complementarias de iones atrapados y semiconductores. Estas operaciones refuerzan una tendencia hacia la madurez industrial, marcada por procesos de concentración que buscan acelerar el acceso a mercado y mejorar la viabilidad técnica de las soluciones cuánticas.

Ahora bien, como toda tecnología emergente, la computación cuántica entraña riesgos considerables:
- Desafíos técnicos: construir sistemas escalables y tolerantes a fallos sigue siendo el principal obstáculo.
- Aplicaciones prácticas limitadas: aún son pocas las implementaciones comerciales maduras.
- Elevado requerimiento de inversión: los costes en talento, equipamiento y tiempo siguen siendo elevados.
- Riesgos para la ciberseguridad: los ordenadores cuánticos podrían quebrar la encriptación actual.
- Tecnología dominante incierta: coexisten múltiples enfoques (iones, superconductores, fotónicos, topológicos).
- Universo invertible reducido: pocas compañías cotizadas con exposición directa.

El primero es el VanEck Quantum Computing UCITS ETF (QNTM), domiciliado en Irlanda y lanzado en mayo de 2025. Es el único ETF bajo normativa UCITS con foco exclusivo en computación cuántica. Replica el índice MarketVector Global Quantum Leaders, que selecciona compañías cuyos ingresos provienen en al menos un 50% de actividades vinculadas a esta tecnología o que cuentan con cinco o más patentes relacionadas. Distingue entre compañías pure play y otras con menor exposición, manteniendo una elevada pureza temática. Actualmente incluye 30 componentes, entre los que destacan IonQ, D-Wave o Rigetti, y presenta una alta concentración, con el Top 10 representando un 50% del total.

El segundo vehículo es el Defiance Quantum ETF (QTUM), domiciliado en EE.UU. y lanzado en 2018. Replica el índice BlueStar Quantum Computing & Machine Learning, que combina compañías vinculadas a computación cuántica con otras expuestas a inteligencia artificial y machine learning, sin distinguir entre niveles de exposición temática. Su universo supera los 80 componentes, con una concentración más baja (el Top 10 representa un 16%) y un enfoque más diversificado.


El ETF de VanEck incluye más compañías pure play y, sobre todo, con un mayor peso específico en la cartera. No obstante, observamos cómo en ambos casos el top 10 está formado mayoritariamente por nombres habituales en fondos tecnológicos ligados a inteligencia artificial y disrupción digital.
El asset allocation del conjunto de vehículos asociados a computación cuántica está caracterizado por:
- Sectores: destaca el elevado peso en Tecnología (72%) y, en menor medida, en Industria (14%).
- Geografía: predominio de mercados desarrollados, sobre todo en EE.UU. (66%) y Europa (12%). La exposición directa a China y mercados emergentes es residual, aunque la procedencia de beneficios desde China se eleva hasta el 14%, frente al 11% del MSCI ACWI.
- Estilo de inversión: preferencia por compañías con sesgo growth (31%), frente al 26% del índice global.
- Capitalización: sobreponderación en pequeñas y medianas compañías (30%).
Para los inversores con horizonte temporal amplio y tolerancia al riesgo, la computación cuántica merece estar en el radar como una semilla de innovación con potencial de cosecha exponencial en los próximos años.
En nuestro caso, esta revisión no implica, por el momento, la incorporación formal de una nueva temática de inversión. Sin embargo, sí refleja nuestro compromiso firme con la investigación, la adaptación continua y la capacidad para identificar antes de tiempo las tendencias del mañana, como ya hemos hecho recientemente con la temática de Seguridad económica.