La teoría de la mente y los mercados financieros
Te propongo un juego junto a otros 999 participantes. Piensa en un número del 0 a 100. Gana quien, con su número, se aproxime más a los dos tercios del promedio de los números pensados por todos los jugadores. ¿Qué número dices?
El cerebro humano tiene la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas, es decir, ha desarrollado la denominada “teoría de la mente”. En 1936, Keynes (esquema 1) introdujo la teoría de la mente en los mercados financieros a través de su metáfora de los concursos de belleza. Un periódico de la época mostraba un centenar de caras y pedía a los lectores que remitiesen una carta eligiendo las seis que les parecían más bellas. El premio era para quien acertase las seis caras más votadas por el conjunto de los participantes en el concurso.
Fuente: Elaboración propia
Keynes señaló que la estrategia racional óptima en este caso implica elegir seis caras ganadoras que no necesariamente serán las más guapas de todas de acuerdo con nuestra opinión. De modo que lo recomendable sería elegir las seis caras que cada uno cree que la mayoría de los lectores va a preferir por encima de los demás. Sin embargo, esta decisión tampoco es óptima si llevamos el modelo mental al siguiente paso. Es decir, debemos pensar lo que el resto de concursantes va a pensar que van a pensar los demás concursantes.
Es decir, el juego no resulta en una elección de las caras que realmente son más bellas de acuerdo con el criterio del público, sino en una fórmula indirecta en la que se escoge las caras que los lectores creen que tendrán mejor acogida en el público.
Keynes ya señaló entonces que las personas deciden sus inversiones basándose en observaciones de lo que otros están haciendo, o pensando hacer, con su dinero. En el caso de los mercados financieros, son muchos los que observan lo que otros están diciendo. Sin embargo, hay muchas menos personas que toman esas decisiones basándose en un análisis del modelo de negocio, de la estrategia de gestión o de la tecnología de la empresa en cuestión.
En el ámbito financiero uno podría suponer, entonces, que las personas que entran en los mercados de inversión tratan de adivinar qué es lo que están pensando los demás partícipes de la operativa de compraventa.
En consecuencia, la toma de decisiones obedece a algunos criterios que pueden ser compartidos por quienes hacen un análisis más riguroso, pero también a corrientes de opinión que quizás carecen de un criterio solvente. De modo que, a la posible falta de racionalidad de cada inversor, habrá que sumar la previsible irracionalidad de muchos otros inversores.
Si crees que se va a publicar un indicador económico que aumenta las probabilidades de una subida de tipos de interés o que los beneficios de una determinada empresa van a subir un 15%, ¿qué decisión habría que tomar en los mercados financieros? Siguiendo la teoría de la mente, la respuesta es: “depende lo que vayan a decidir el resto de participantes en el mercado”. Tal vez de nada sirve que nosotros valoremos como positivos esos beneficios de la empresa si el resto de agentes no comparten esa opinión (el precio de la acción no subirá). Lo importante es que acertemos con lo que pensarán el resto de inversores. Eso es la teoría de la mente.
Regreso al ejemplo inicial y en el gráfico verás los resultados del concurso (en su momento lo desarrolló Financial Times). 50 podría ser una buena contestación pero, cuidado, que habría que aplicar los dos tercios. ¿Dirías, entonces, 33,333? Pero si el resto ha pensado como tú, darían esa respuesta. ¿Entonces, eliges 22,2222? ¿Dónde paramos de pensar lo que va a pensar el resto de participantes? Parece que en 2, ya que la respuesta correcta fue 14,8.
Termino con una excelente viñeta del genial Forges que es todo un ejemplo de lo que puede pasar cuando no eres consciente de la teoría de la mente
- ¿En qué consiste la teoría de la mente?
- En que te das cuenta de que los demás tienen ideas en la cabeza, igual que tú, y estableces hipótesis respecto de esas ideas. Esto es fundamental, porque constituye la base de la manipulación y del engaño. Los animales no pueden mentir porque carecen de una teoría de la mente. Cuando tienes una teoría de la mente te pasas la vida imaginando lo que piensa el otro. Si no te interesa lo que crees que piensa, intentas meterle una idea distinta.
Millás, J. J. y Arsuaga, J. L. “La vida contada por un sapiens a un neandertal”. 2020. Alfaguara
https://www.elalcazardelasideas.es/la-vida-contada-por-un-sapiens-a-un-neandertal/
https://www.youtube.com/watch?v=DkRBK6Iuqvo