Excesos
En "Excesos", Emilio Ontiveros analiza los principales temas de actualidad desde el rigor de uno de los economistas más prestigiosos y mejor documentados de este país, como demuestra la amplia bibliografía y las numerosas referencias a pie de página que constituyen, en sí mismas, una magnífica selección de lecturas. "Excesos" recoge, también, el enfoque de un pensador que defiende el desarrollo tecnológico y la globalización pero que observa preocupado las desigualdades que están generando.
Uno de los puntos principales de su análisis es el concepto del “crecimiento inclusivo”: querer avanzar no impide perder de vista los daños colaterales que provoca el crecimiento. Favorecer el desarrollo no es incompatible con aspirar a una distribución más justa. Se equivocan quienes defienden levantar barreras al avance o quienes ponen el foco en solo uno de los aspectos, los que supeditan uno al otro, los que defienden que el crecimiento implica de forma automática, “sin tener que hacer nada”, una redistribución.
Ontiveros nos alerta a los economistas de que “los indicadores macroeconómicos nunca estuvieron tan divorciados de los estados de ánimo de la gente como ahora”. Recurrir a un argumento tan contundente como la realidad de los datos ya no resulta convincente: no solo entre los profesionales de la economía, donde no suele haber consenso, sino, y esto es lo preocupante, entre los ciudadanos, “que contemplan con escepticismo las afirmaciones basadas únicamente en los registros estadísticos”. Cabe pensar que, o bien no nos creen cuando recurrimos a la estadística para defender la mejora de la economía (y los efectos positivos de la globalización y el desarrollo tecnológico), o bien no sabemos medir lo que de verdad les preocupa.
Hemos entrado en una fase en la que democráticamente se han elegido opciones que están en contra del libre comercio y alientan el proteccionismo, como si de esa forma se pudiera conseguir una distribución más igualitaria de la renta. Y ese no es el camino. Existen otros mucho más eficaces, como la política fiscal, que no ponen en peligro la palanca que la movilidad de bienes, servicios, capitales y personas suponen para el crecimiento y el bienestar. Según Ontiveros, se ha instalado una “desconfianza en la capacidad del capitalismo para garantizar la prosperidad de la mayoría” que se debe combatir. O buscamos un punto intermedio, o la globalización no solo será reversible (que lo es), sino que revertirá: ¿acaso no ha comenzado ya el proceso? El profesor Ontiveros lo considera un “paréntesis” que confía en que sea temporal y breve porque “cuanto más se prolongue, más difícil será compensar el deterioro de las condiciones de vida sufrido por mucha gente en los últimos años”.
Entre los temas de actualidad no faltan aspectos como la longevidad, la tecnología o el cambio climático, que exigen la actuación por parte de los agentes. Entre ellos, el autor defiende el papel que debe desempeñar la política, "absolutamente necesaria para poner límite a los excesos". Ontiveros critica el liberalismo más radical y la teórica eficiencia de los mercados financieros en la asignación de capital (“a los mercados no se les puede dejar solos”), y dedica un buen número de páginas a los aspectos negativos de la “financiarización de la economía” y a las vulnerabilidades que genera. Y también apunta las limitaciones que tienen los mercados para financiar los intangibles, cada vez con más cuota dentro del total del stock de la inversión empresarial.
El autor apela a una “regeneración del capitalismo” para hacer frente a los retos. Se debe contar con las empresas, claro, pero estas deberán asumir un papel más activo adaptando sus comportamientos a la nueva realidad social: cumplir las leyes y las regulaciones ya no será suficiente.
En conclusión, "Excesos" es un ensayo de lectura obligatoria si se quiere tener opinión para los debates de actualidad, y es útil también para quienes están en contra de la postura del autor. Porque, una vez más, Emilio Ontiveros nos demuestra que rigor y pedagogía pueden ir de la mano. Gracias, maestro, por enseñarnos el qué y el cómo. Gracias, mi querido presidente, por todo lo que me has dado.